El escupitajo de Roberto Alomar al umpire John Hirschbeck, un incidente que le dio la vuelta al mundo
Redacción/Puro Beisbol
El 27 de septiembre de 1996 ocurrió uno de los hechos más vergonzosos en la historia del beisbol: Roberto Alomar, el célebre segunda base boricua, escupió en la cara al umpire de home, John Hirschbeck.
Sucedió durante el primer inning y en el Sky Dome de Toronto, la antigua casa de Alomar. Con los Orioles de Baltimore peleando el boleto de comodín en la Liga Americana, el puertorriqueño fue ponchado sin tirarle y reclamó fuerte la marcación de Hirschbeck mientras se dirigía al dugout.
Alomar ha dicho que John le gritó algo cuando ya estaba en el banquillo y él le respondió: “Simplemente presta más atención”. Hirschbeck lo expulsó inmediatamente y entonces el manager Davey Johnson fue a discutirle a al ampayer con Roberto a sus espaldas, antes de que el pelotero le diera un escupitajo.
La imagen le dio la vuelta al mundo a través de la televisión y las agencias de noticias (no había redes sociales), pero Alomar estaba tan molesto después del juego que le echó más fuego a la leña al decirle a los periodistas que Hirschbeck se había vuelto «más amargado» después de que su hijo John Drew –de 8 años de edad–, había muerto años atrás debido a una rara enfermedad degenerativa llamada adrenoleucodistrofia.

Los medios consultaron a Hirschbeck sobre las declaraciones de Alomar, lo cual enloqueció al umpire y al siguiente día irrumpió en el Clubhouse de los Orioles para dirigirse a Alomar, quien preparaba una disculpa por escrito: "¡Si hablas de mi hijo, te mato!", le gritó John, de acuerdo a Sports Illustrated.
De hecho tuvo que intervenir el umpire Jim Joyce (el de la polémica por el “Juego Perfecto" de Armando Galarraga), para evitar que Hirschbeck se fuera a los golpes con Alomar, quien durante el resto de la temporada fue abucheado fuertemente en todos los estadios de visita. Alomar, quien fue suspendido 5 juegos para la temporada 1997, se disculpó públicamente por el incidente y donó 50 mil dólares al Instituto Kennedy Krieger para ayudar a los niños con adrenoleucodistrofia. Con el tiempo ambos se hicieron buenos amigos y el escupitajo de Alomar quedó para el anecdotario.