CHARLANDO DE BÉISBOL

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Por Rodrigo Robles / @rodrigoroblesb

Wilmer heredó el talento

Veracruz, Ver., MÉXICO. – “El beisbol nació en Estados Unidos de América, pero ahora le pertenece al mundo», JIM SMALL, Vicepresidente de Mercadotecnia y Desarrollo Internacional de Major League Baseball (MLB).

** EL APELLIDO RÍOS, SINÓNIMO DE CALIDAD. – La pelota se interna por los confines del jardín derecho mientras que el dominicano Erick Aybar corre hacia la inicial y amaga con irse a la intermedia, Ricky Rodríguez, el patrullero de aquel sector levanta la esférica lo más pronto posible y la regresa al cuadro.

Es apenas el segundo hombre al que se enfrenta Wilmer Ríos, y justo en ese momento, nadie de los 4,312 espectadores en el Estadio de la Revolución de Torreón imagina que esa podría ser una tarde-noche inolvidable.

Menos cuando Aybar llega a la intermedia con un pasbol del catcher Sergio Macías, una jugada después el quisqueyano aparece por la antesala con wild pitch del propio Wilmer, quien aprieta las tuercas y domina a Alejandro Flores con rola a las paradas cortas donde levanta elegantemente Addison Russell y conecta con el newman del venezolano Pablo Sandoval.

La segunda tanda la despachó en tres hombres, consiguió su primer ponche de los cinco que acumuló cuando hizo que el umpire Conrrado Valenzuela cantara el ponche con su potente voz porque dejó viendo visiones a Edgar Bravo.

La tercera entrada pasó sin novedad, retirando en estricto orden.

En la cuarta ponchó a los tres bateadores a los que se enfrentó, primero ajustició al venezolano Yangervis Solarte, posteriormente al estadounidense Zach Kirtley, a quienes como a Rosita Alvirez, solo tres disparos les dio. Alejandro Flores por su parte recibió dos bolas malas, pero al igual que los dos anteriores, abanicaron el tercer lanzamiento.

El quinto y el sexto tramo los trabajó otra vez sin novedad el derecho de 28 años, hasta que Yangervis le conectó imparable al jardín izquierdo abriendo la tanda en la séptima entrada, pero obligó a Kirtley rodar para doble play por la ruta 6-4-3.

El octavo inició de manera idéntica al anterior, Fernando Flores se embasó con infieldhit por la segunda base, pero se iría pronto con rodado de Edgar Bravo a la segunda base para una doble matanza.

Los tres bateadores de la novena entrada intentaron atacar el primer pitcheo de Wilmer, pero sin ningún resultado favorable, primero Arel Campoy rodó a las paradas cortas; Edgar Robles elevó al jardín izquierdo donde atrapó la esférica Noah Perio. Finalmente el reloj marcaba las 10 de la noche con apenas un minuto cuando Aybar sacó rodado a la inicial donde asistió el propio pitcher.

«No tengo palabras de la emoción», expresó Wilmer Ríos sobre su juego completo, el primero en su carrera que comenzó en 2014 con los Tigres de Quintana Roo. «Doy gracias a Dios, mi familia y mi prometida».

La proeza de Wilmer hizo recordar a su señor padre, el gran Jesús «Chito» Ríos, que en 1985 logró la proeza de completar los 26 juegos que aperturó. Algo que jamás se ha repetido, ni siquiera en Grandes Ligas y seguramente nunca será igualado.

El récord de su papá, en esa campaña de 1985, fue de 21 juegos ganados a cambio de cuatro derrotas, solamente en un juego no tuvo decisión, fue en un duelo a siete episodios y que tuvo que suspenderse por la lluvia cuando el compromiso entre Tigres y Cafeteros de Córdoba estaba empatado.

El ahora inmortal del Salón de la fama del Béisbol Profesional Mexicano lanzó sólo un juego sin hit ni carrera, fue un año antes, es decir, en 1984, curiosamente frente a los Cafeteros de Córdoba un 12 de mayo en el extinto Parque del Seguro Social.

Hubiera registrado otro juego sin hit ni carrera en Veracruz contra El Águila, pero el anotador oficial cambió una decisión de error a hit horas después de culminado el desafío.

Regresando a la velada del pasado 19 de mayo en Torreón, Wilmer enfrentó a 29 bateadores para conseguir su tercer triunfo de la campaña, realizó un total de 92 pitcheos para completar el juego, 70 de ellos en la zona de strike.

Su dominio fue tal que sacó outs a los 25 últimos hombres que enfrentó.

«Para mí es emocionante y representa un orgullo que por mi trabajo recuerden a mi papá», confesó para finalizar Ríos Bojórquez. «Es una bendición que digan que soy el hijo de la leyenda viviente. Ahora sé que para alcanzarlo necesito 25 juegos más (risas)».

«Hay libros cuyas partes traseras y cubiertas son de lejos la mejor parte» CHARLES DICKENS en Oliver Twist. –

rodrigoroblesbrena@gmail.com

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